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DATOS DE LA PELÍCULA:
*Producción: Barmak Film, LaBrocquy Fraser Productiones, NHK y Swipe Films
*Dirección: Ssiddiq Barmak
*Guión: Siddiq Barmak
*Países: Afganistán-Japón-Irlanda
*Año: 2003
*Fotografía: Ebrahim Ghafori
*Música: Mamad Reza Darvishi
*Edición: Siddiq Barmak
*Actores: Marina Golbaharia(Osama), Arif Herati (Expandí), Zubaida Sahar (madre), Mamad Haref Harati, Mamad Nader Khadjeh y Hamida Refah
*Duración: 82 minutos
“No lo puedo olvidar, más lo puedo perdonar” Nelson Mandela
Esta frase abre la película Osama, del director afgano Siddiq Barmak, la primera filmada en Afganistán después de la caída del régimen talibán. Marca el hecho de que se puede perdonar el genocidio fundamentalista islámico contra las mujeres en ese país, pero no olvidar los hechos acontecidos contra ellas por el simple hecho de ser mujeres.
La película sorprende por su buena factura cinematográfica y la contundencia de los argumentos contra el fundamentalismo islámico, que no se tienta el corazón para ejecutar sumariamente a las mujeres que no cumplen su interpretación de la sharia, código de leyes de conducta musulmana basadas en el Corán. Este punto es motivo de fuerte polémica en Medio Oriente y se ha reflejado en el cine de la región.
El director afgano no se anda con rodeos y pone el dedo en la llaga de la religión islámica: el papel esclavizado de la mujer en una sociedad musulmana fundamentalista. Éste punto es el talón de Aquiles del Islam, tal como señalan varios intelectuales. Es el eje sobre el cual gira la película.
La película comienza con una manifestación de mujeres, todas vestidas con el burka (vestido largo completo, con sólo una rejilla para ver). Su protesta se condensa en las consignas ¡Queremos trabajar! ¡Tenemos hambre! ¡Somos viudas! Los talibanes responden con disparos, chorros de agua y prisión.
Osama (nombre masculino) en realidad es una niña que entra en la pubertad. Su madre es una doctora en un hospital empobrecido. Los talibanes cierran el hospital y expulsan a todas las mujeres –doctoras y enfermeras, afganas y extranjeras-. Las mujeres están confinadas al hogar y sólo pueden salir a la calle acompañadas por un hombre.
En los primeros minutos de la película, se ve cómo las mujeres son apartadas de sus actividades públicas, pero también se ven las repercusiones. Si la madre no puede ejercer la medicina, sus pacientes sufren su ausencia y pueden morir. Es decir, toda actividad social que dependía de las mujeres se corta de tajo y la población que dependía de su trabajo sufre. Pero a los talibanes esto no les interesa; sólo el Islam rige y todos y todas tienen que obedecer sus reglas, so pena de morir.
En la casa sólo quedan tres mujeres: la abuela, la madre, la hija-nieta (Osama)
La persecución religiosa es tan fuerte contra las mujeres que la madre es regañada por enseñar los pies sentada en una bicicleta. Es una provocación –sexual, pecaminosa, a los hombres.
Al no tener un hombre en casa que pueda conseguir comida, la familia decide que la niña adolescente se convierta en hombre. Le cortan el pelo y le ponen ropa de hombre. La chica es un hombre y debe ganarse la vida.
Osama entra a trabajar como muchacho pero entonces sufre el acoso talibán de otra manera. El comercio y las actividades laicas son interrumpidas para hacer oración; los talibanes concentran a los hombres para rezar. La chica que desconoce los rituales detallados de abluciones, lavados, hincamientos y demás parafernalias, tiene que aprender de inmediato si quiere vivir. Si se descubre que Osama es una muchacha que se hace pasar por hombre sería condenada a muerte por los talibanes, sin ningún atenuante.
Pero la presión sobre Osama no cede. La chica-chico es reclutado por los talibanes para las milicias religiosas (sólo se enseña la religión musulmana y el manejo de armas).
Un mullah talibán lleva a Osama a una escuela de este tipo y es separada definitivamente de su madre y abuela. Pero el muchacho es muchacha y desconoce los rituales masculinos de sus compañeros. No sabe ponerse un turbante, no puede subirse a los árboles, no puede pelearse con otros muchachos. El riesgo para Osama de ser descubierta se incrementa. Pero, al menos, por un tiempo cuenta con la protección de un amigo callejero que conoce la verdad.
Hasta este momento, la tensión de la película gira sobre la amenaza que pende sobre la chica Osama generada por un medio social no sólo masculino sino ferozmente religioso, donde la mujer está literalmente encerrada en su chador y rodeada sólo de cuatro paredes. El contraste entre ritos religiosos masculinos, la ignorancia de Osama y el peligro constante de morir que rodea a la chica hace que el espectador se fije con detalle en todas y cada una de las barreras que el Islam fundamentalista pone a la mujer como ser humano. El acoso, la fragilidad, la desigualdad física, el adoctrinamiento forzado y la muerte se manifiestan de mil maneras y todo el tiempo contra la chica Osama.
Es en el absurdo de los ritos religiosos fundamentalistas donde aparece el mayor peligro para Osama. Se le enseña a los muchachos los pasos detallados para lavarse los genitales, son detallados en las direcciones donde debe correr el agua sobre el cuerpo y en el número de inmersiones del cuerpo en una pileta de agua. Estos rituales de purificación mostrados por un mullah hacen que la gente sospeche de la chica Osama, a la que el mismo maestro mullah compara con un efebo, un chico de gran belleza y fragilidad, un apunte al androginismo. Pero Osama es mujer...
La suerte de Osama es una tragedia pues la película quiere mostrar lo que ocurría a las mujeres bajo el talibanato. No hay concesiones, no hay ilusiones. El espectador no descansa pues el cerco sobre la chica se cierra; es testigo de cada uno de los pasos detallados que oprimen a la mujer en el nombre de Alá.
Una escena clave de la cinta es cuando Osama es descubierta. Como prueba de masculinidad Osama tiene que subir un árbol seco... Logra subir pero no puede bajar. Todos los niños y jóvenes la rodean repitiendo que es una niña. Al no poder bajar se hace un silencio aterrorizante. Los adultos detectan el problema y se acercan; descubren a Osama y ordenan su detención. Todos menos uno de los hombres la persiguen incesantemente hasta rodearla. Es como un animal cazado por una jauría y el símbolo es que no hay escape: en el régimen islámico talibán la libertad de la mujer está reducida a cero. Pero no sólo se trata de cero libertad para la mujer sino, además, del castigo que permite la ley religiosa de la sharia cuando ella transgrede cualquiera de sus reglas.
Osama es amarrada, colgada y torturada dentro de un pozo, desde donde llama lastimeramente a su madre ante la indiferencia de los mullahs y talibanes. Es su castigo justo, según ellos. Y, para colmo, mientras está colgada del pozo, tiene su primera menstruación... Es cuando los talibanes confirman que es mujer, con la señal orgánica que para ellos representa la inmundicia.
De inmediato la meten una doble cárcel. Le enfundan el chador con rejilla como primera prisión y la arrojan a la cárcel con otras mujeres detenidas en espera del juicio público.
Por unos momentos, duros, simbólicos, atenazantes, Osama se convierte en la chica que debió ser... y juega a saltar la cuerda. Luego viene el juicio público donde se aplica la sharia: un fotógrafo extranjero es condenado a muerte; una doctora francesa es condenada a muerte y metida en un hoyo en la tierra, donde mientras se agita, es asesinada a pedradas, lapidada, ejecutada por la multitud de hombres que cumplen con su religión.
En la realidad de Afganistán, las mujeres transgresoras eran ejecutadas en público en el estadio de fútbol de Kabul, donde vestidas con el chador, se les obligaba a hincarse dando la espalda a su ejecutor, que les daba un disparo en la cabeza...
Pero Siddiq Barmak quiere subrayar que la ejecución no era el único destino para las mujeres transgresoras como Osama, cuyo delito era que, siendo mujer, se había hecho pasar por hombre para sobrevivir y había conocido todos los rituales secretos y exclusivos de los hombres talibanes.
Osama se salva de la ejecución pero la condena es igualmente cruel. El mullah que les enseñaba a los jóvenes los rituales del lavado de los genitales le pide a otro mullah que le entregue a Osama como esposa... claro, sin que ella pueda decir una sola palabra. Nadie del público masculino que es testigo de la sentencia tiene piedad y es entregada para la satisfacción sexual del viejo.
La película Osama nos ayuda a entender lo que era ser mujer en Afganistán durante esos años del régimen talibán.
Con una imagen cuidada, de buena realización y edición, la cinta se concentra en Osama (Marina Golbahari) como punto focal. La actriz deja entrever con el rostro los sentimientos de alguien cuya vida es apagada a la fuerza en nombre de una concepción inhumana de Alá.
Cada paso en su persecución –degradación está filmado y captado con un ojo que sabe resaltar la tragedia en los detalles acumulados. Cada punto de la vida de la chica es mostrado con cuidado y detalle sin que la realización distraiga de lo esencial.
Osama es arquetipo y símbolo de la condición de la mujer bajo esta concepción musulmana.
Con estas imágenes realistas el director Barmak muestra cuál es el peligro real: un choque de civilizaciones, de conceptos religiosos entre el Islam y el resto del mundo, cuyos fundamentalismos se apoderan del planeta y nos hacen a todos rehenes de la misma muerte en el nombre del mismo Dios.
LA MUJER EN LAS DIFERENTES CULTURAS
- EN EL HINDUISMO
“El esposo puede abandonar a su mujer: si es defectuosa y le ha sido entregada sin advertencia, si ha dado a luz sólo a hijas, si se halla atacada de enfermedad incurable, si tiene mal carácter... Podrá reemplazarla por otra” (libro de Manu)
En esta religión politeísta y patriarcal, la mujer pertenece a un sexo inferior. Teniendo en cuenta las referencias que de ella en algunos libros sagrados, la mujer apenas goza de libertad. Fuera del hogar, tiene escasos privilegios; por ejemplo, no puede disponer de bienes.
En cuanto a derechos, el Libro Sagrado del hinduismo menciona más bien pocos: quedan eximidas del pago de pasajes si están embarazadas, hay que cederles el paso y, en general, cuidarlas, por no decir vigilarlas. El texto establece una concepción muy negativa de la mujer: impura, infiel, insaciable, tentadora, deshonesta y perversa.
- EN EL BUDISMO
Siguiendo la línea discriminatoria, el budismo tiene desde sus orígenes una idea de la mujer como un ser pícaro, lleno de malicia, en el que es difícil encontrar la verdad. Buda recomendaba a sus monjes que nunca se dirigiesen o mirasen a la mujer, a no ser por verdadera necesidad. Inicialmente, las reglas establecidas eran exclusivas para los hombres.
Más tarde, Buda cambia su mensaje y otorga a la mujer una mayor libertad e incluso, dándole –al igual que al hombre- la posibilidad de alcanzar el ansiado Nirvana. Sin embargo, a pesar de la equidad aparente, se detectan discriminaciones. Por ejemplo: el voto de las monjas budistas tiene menos valor que el de los monjes.
- EN EL JUDAÍSMO
En la vertiente ortodoxa, el hombre puede vender a su hija; la mujer, no. El hombre puede desposar a su hija; la mujer, no.
La Torá relata que Dios, después de crear al hombre, lo durmió y extrajo de él a quien sería su esposa pues había visto que necesitaba compañía. Con esta premisa, podemos imaginar que el papel de la mujer en el judaísmo más ortodoxo es de absoluta sumisión al varón. La mujer asume que la función más importante de su vida es la de crear un hogar feliz y agradable.
Está orgullosa de ser una ayuda para su marido y su meta es mantenerse fiel a él. Para los judíos ortodoxos y su código moral milenario, la mujer queda sometida al hombre hasta que éste lo desee, pues sólo él puede pedir el divorcio. Frente a la visión ultraconservadora, existe la libertad, que plantea un marco de igualdad frente a temas como el trabajo, la educación, el divorcio o la reproducción.
- EN EL CRISTIANISMO
En la perspectiva de la antropología cristiana, toda persona humana tiene su dignidad; y la mujer, como persona, no tiene una dignidad menor que la del hombre. Ahora bien, con demasiada frecuencia la mujer es considerada como objeto a causa del egoísmo masculino, que se ha manifestado de muchas formas en el pasado y se sigue manifestando también en nuestros días.
La Doctrina de la Iglesia enseña que es preciso sacar con coherencia todas las consecuencias que derivan del principio de la igualdad de la mujer con respecto al hombre, en la dignidad personal y en los derechos fundamentales. La Biblia nos deja vislumbrar esa igualdad.
A este respecto, puede ser interesante notar que en la redacción más antigua de la creación de Adán y Eva (cf. Gn 2, 4-25) la mujer es creada por Dios de la costilla del hombre y está puesta al lado del hombre como otro yo con quien él, de manera diferente a la de cualquier otra realidad creada pueda dialogar de igual a igual. En esta perspectiva se coloca el otro relato de la creación (cf. Gn 1, 26-28) en el que se afirma inmediatamente que el hombre creado a imagen de Dios es varón y mujer. Así se manifiesta la diferencia de sexos pero, sobre todo, su necesaria complementariedad. Se podría decir que el autor sagrado, en definitiva, le interesaba afirmar que la mujer, al igual que el hombre, lleva en sí la semejanza con Dios y que fue creada a imagen de Dios en lo que es específico de su persona de mujer y no sólo en lo que tiene de común con el hombre. Se trata de una igualdad en la diversidad (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, nº 369). Así pues, para la mujer la perfección no consiste en ser como el hombre, en masculinizarse hasta perder sus cualidades específicas de mujer; su perfección, que es también un secreto de afirmación y de relativa autonomía, consiste en ser mujer, igual al hombre pero diferente. En la sociedad civil, y también en la Iglesia, se deben reconocer la igualdad y la diversidad de las mujeres.
- EN EL ISLAM
La lapidación o la flagelación siguen presentes en países musulmanes como Iraq, Irán, Arabia Saudí, Sudán, Nigeria, Pakistán, Somalia o Yemen.
Según el Corán, Alá concede al hombre y a la mujer los mismos derechos, virtudes y obligaciones. Sin embargo, en la mayoría de los países musulmanes, la mujer padece una fuerte discriminación. Sin libertad de expresión y apenas de pensamiento, vive sometida al control masculino y absolutamente infravalorada.
Tiene obligaciones como la de ocultarse bajo el burka o prohibiciones como la de reunirse en grupos públicamente. No puede orar o mantener relaciones sexuales durante la menstruación, debe asumir la poligamia de su esposo y no puede casarse con personas de otra religión. La ablación aún se practica en algunos países. Pese a todo, nuevas generaciones de musulmanas han comenzado a hacerse oír.
LA MALDICIÓN DE SER NIÑA
"La maldición de ser niña" aborda la terrible realidad que se cierne sobre las mujeres del continente asiático.
India, Pakistán y China son algunos de los países que practican el infanticidio y más recientemente el feticidio.
Cientos de miles de niñas desaparecen nada más nacer. Ni la medicina ni las leyes han conseguido erradicar esta práctica.
Este documental pone de manifiesto una terrible realidad y descubre la maldición que se cierne sobre las mujeres del continente asiático.......